White, Blue, Pink - Trilogía Descerebrada

Como en todo acto con fin de diferenciarse del resto, me he visto, al igual que muchos otros, en la necesidad de identificar a la gente que me rodea con etiquetas.
Desgraciadamente, esta gente que me atosiga particularmente en la actualidad no es de lo más peculiar. Todo lo contrario.

Ellos son el tipo de gente que porta caracteres costumbristas tan fuertes que definen todo su destino cual carta natal. Incluso están esclavizados por un magnetismo particular a juntarse con gente de la misma categoría, y reforzar así sus cualidades. Son gente a quien de bebé vestían monocromáticamente del color correspondiente.
Siguiendo esta línea podemos definir a 3 grupos principales:

Chicas Rosa: se mueven en grupo o a lo sumo colgadas de su novio. Tienen miedo a enfrentar solas la vida porque creen que tienen que estudiar para pasar el tiempo y luego casarse, como jugaron toda su vida, y si no están rodeadas de paredes empapeladas y cortinas con frufrú no se hallan. Su pareja suele ser mayor que ellas y más pensante para reafirmar su cualidad de Macho Alfa. A los 45 años se despertarán devastadas a una miserable vida de mujer golpeada que perdió todos sus amigos sinceros y sus talentos, los sueños felices se astillaron hace años y el espejo les devuelve una imagen deforme de lo que tuvieron suerte de ser algún día que ya no recuerdan. Definen la feminidad con labios rojos y bebés siendo amamantados, y se horrorizan ante conceptos que desafíen la subjetividad; no cualquiera, sino esa que traen incrustada en los genes tras generaciones de pensamientos lineales. Y si uno busca la manera de entablar conversación sobre alguno de los puntos que le interesan, no logran más que sonreír, asentir y estirar el sonido de las respuestas monosilábicas. Cualquier persona diferente a ellas es de otro planeta u otro sexo y no vale la pena malgastar el tiempo en intentar hablarle castellano.

Chicos Celeste(*): ellos solo tuvieron una pelota en su infancia, una revista pornográfica en su adolescencia y el registro de conducir cuando terminaron los estudios básicos. Nunca otro objeto donde depositar su libido o de quien tomar caracteres a desarrollar. Gritan en masa, se ríen en grupo y solo hablan de fútbol, minas, la vieja, el chupi y más fútbol. Tienen una opinión acerca de cada uno de los temas básicos de la vida y son inamovibles de esa postura, porque se la escucharon a alguien y jamás le dieron lugar a la contra parte. No existe el gris y mucho menos las simples sutilezas que aportan los tonos. Formarán una familia a la que serán ajenos y nunca entenderán a las nuevas generaciones que no respetan sus valores; valores que eran arcaicos incluso cuando se los inyectaron a ellos. Cualquier persona diferente es una mujer o raro.

(*) En inglés es solamente blue, ya que light blue es muy largo.

Aclaración: el grupo genérico de estas personas, sin discriminación de sexo se lo conoce como Gente Blanca, porque como dice el nombre son personas con la mente en ese estado.
Aclaración (1): se pueden cambiar algunas variables específicas del rubro que caracteriza a cada grupo y obtener el mismo resultado. Ej: fútbol por skate. Pero en general los skater suelen tener una segunda oportunidad, bah, 5 segundos más para justificarse.

Decir que odio a esta gente no es mucho, ya saben que odio a todos, pero los odio especial y particularmente. No puedo lidiar con ellos, no puedo siquiera insultarlos con mis formas habituales. Representan todo lo que yo no, y yo represento todo lo que ellos no conocen. Admito a veces entretenerme con ellos, digo... de ellos. Son gente a la que una vez que identifico y conozco, no quiero ni saludar porque me obligan a ser educado, y el que no sean capaces de captar la no-onda me pone de muy malas. Prefiero y me resultan más saludables los paranoicos que los discapacitados sensoriales. Y como debe decir seguramente algún dicho, contra la ignorancia no se puede, y mucho menos contra un cultura generacional que existe casi inmutable desde el comienzo de los tiempos. Yo no puedo, ni tengo ganas.

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