Yo, yo... ya no se. ¿...

Estaba pensando en un post muy descriptivo pero me supera. No tengo como explicar o enumerar todos sin quedarme corto o ser injusto. Solo digo que cada día me reafirmo arraigadamente...

... odio a todos.

Yo,Yo... Yo lo sé!

Gracias a resultados recientes sobre estudios que llevo a cabo hace más de un año, puedo aseverar que hay una sola manera de empezar contento un viernes.
Ustedes dirán que el viernes ya amerita un buen humor y es verdad pero el malhumor acumulado durante 4 días es más fuerte. Cuál es el secreto entonces? No ir al trabajo el día anterior sería suficiente para muchos. Quedarse remoloneando, desperdiciar todo el día, o con suerte, salir a tomar algo con un amigo con el que convenimos en la trampa. Todo eso desde hoy, me resultan zandeces.
El verdadero secreto consiste en tomarse el jueves libre, salir el miércoles de la oficina rumbo a una ciudad a cientos de kilómetros, recontra-reventar una goma en medio de la noche; imaginarse la vida de la chica del peaje, el playero de la Shell que no cambia gomas pero las tira, el nene petero que se quiere comer a otro playerito de otra Shell, el gomero que no tira gomas pero las cambia de agrado y la chica estilo europea que vende churros y se levanta al repartidor feo; cenar a la 1 de la matina, dormir 5 horas pensando que lo que te acaba de decir tu cuarentón compañero de cuarto sonó a que no te tendrías que haber desvestido delante de él, levantarte y corroborar que tus temores de la noche se refuerzan al ritmo del secador de pelo mientras te duchás, conocer a la descendencia de Leopoldo Torres Nielsen y otros tantos seres ilustres que ya ni se les puede seguir el rastro, desparramar equipos y cables por la antigua casona de Bioy Casares, almorzar en un barcito top y no ser uno el que tiene que quedar como un nabo al apurar a la hermosa mesera, tener un rato animado con niños, recordar que las maestras jardineras son los seres con menos vocación del planeta, sentarte a editar entre tés de la india y brownies hechos con cereales que ni conocías siempre aceptando cada vez que te ofrecen más y pateando un perro masoquista que quiere que te vuelvas descalzo hasta que, levantás la cabeza y te encontrás rodeado de gente que te elogia porque acá todos nos queremos y, por supuesto, con más comida. Todo por el módico precio de las mastercards de otros y tu bolsillo más abultado que cuando llegaste.

Así es como empecé mi viernes contento. ^^